lunes, 26 de marzo de 2012

Descubramos la necesidad socio-afectiva en nuestros alumnos

Es algo muy común considerar las necesidades especiales simplemente como dificultades o anormalidades en el desarrollo físico del niño, sin embargo, los niños con necesidades específicas de apoyo educativo pueden presentar dificultades de muy diverso tipo, como son muy frecuentes las sociales. En este apartado hablaremos de cómo la escuela atiende y puede atender a las necesidades socio-afectivas de sus alumnos.



¿CÓMO ATENDEMOS LAS NECESIDADES SOCIO-AFECTIVAS Y ESPECIALES DE NUESTROS ALUMNOS?

Descubramos la necesidad socio-afectiva en nuestros alumnos. La esencia del Ser es el afecto que recibe y ofrece. ¡Reflexionemos! ¡Nuestros alumnos de hoy serán los hombres del mañana! ¿Acaso hemos resuelto esa necesidad afectiva?        

           
En nuestra Escuela uno de los principios básicos radica en esa parte afectiva. Por eso la primera actividad a realizar con los nuevos alumnos es Conocer al niño que estamos recibiendo. A ellos les pedimos que hablen, que cuenten, que digan lo que saben. Propiciamos un ambiente familiar, de camaradería. Así, ganarnos su confianza, nuestra comunicación es libre y espontánea. Nuestros alumnos nos llaman por nuestros nombres. Esto permite a ambos que la expresión oral sea fuida y sin temor, y de esta manera nos conocemos mejor.

Una de las causas por las que los niños buscan la escuela es porque esta constituye el segundo lugar en el que los infantes quieren estar. Tal vez pudiéramos pensar todo lo contrario pero, al igual que en el hogar, preocupémonos porque así sea.

Ahí encuentran a los amigos con los que cada día desean estar para conversar sobre todo tipo de cuestiones infantiles, cantarle a la vida, saltar y muchas cosas más, que ni los adultos, - maestros y padres - pudiéramos imaginar.

Otra razón por la que los niños acuden gustosamente a la escuela, es por el área de juegos; ya que el jugar abarca un porcentaje muy elevado de su existencia infantil.

Los alumnos, por supuesto, no olvidan las clases y los temas de estudio en los que a diario realizan sus máximos esfuerzos para captarlos, hacerlos suyos y mejorar poco a poco su propia cultura. En el transcurso de sus actividades tienen la libertad de expresar libremente sus propios pensamientos, sus específicos sentimientos, sus propias ideas; externando sus muy peculiares modos de ver, sentir y actuar ante la vida. Y es aquí donde el diálogo constante es utilizado con la intención de comprobar todo lo que se realiza.

Todo esto es la parte “feliz” de las funciones de las escuelas.

Pero... ¿Qué sucede cuando a la sala de clases llega ese “chico tímido” que empieza a llorar sin que sepamos cuáles son las causas que provocan ese llanto desgarrador ?

¿Qué hacer con el niño que no termina el trabajo, motivo de su compromiso contraído con su grupo?
Y con aquél que se la pasa todo el día distraído, pensando en no sabemos qué cosas ?
¿Qué se hace con aquella pequeña que considera que lo más importante de la clase es molestar a sus compañeros?
No falta aquel alumno cuyo trabajo está carente de limpieza y organización y que pensamos que el esfuerzo realizado por él fue en vano. O los que, simple y sencillamente, se salen de la sala de clase por no estar interesados en el trabajo que se está realizando. 
Y así como estos ejemplos, encontramos muchos más, conformando una serie de interrogantes acerca de la actitud docente que debemos adoptar en cada caso particular. Ya que con sólo mencionarlos no satisfaría nuestro profesionalismo ¿qué es lo que debemos estructurar para que sientan el apoyo indispensable y se pueda lograr que ese tipo de conductas vaya mejorando, aunque sea con lentitud?.
 LA POSTURA DE LA ESCUELA ANTE ESTOS CASOS
Debemos admitir, conscientemente, que en todas las escuelas se presentan una gran diversidad de problemas como: falta de autoestima, agresividad en el uso del lenguaje, lesiones cerebrales, autismo; los cuales, deben ser tratados por especialistas. Cada escuela tiene la obligación de participar, hasta donde el límite de sus funciones se lo permitan, en la programación de actividades que se encarguen de atender, específicamente, a cada uno de los problemas enunciados, con la finalidad de darles una solución adecuada. No es correcto que, por padecerlas, se les cierren las puertas de la institución, sin antes desplegar el esfuerzo necesario para lograr su integración a la vida escolar. 
La postura de toda escuela siempre debe ser la de crear un ambiente de respeto, de tolerancia y de alegría, con el apoyo indiscutible de la libertad de expresión, con la intención de que, con base en ella, los niños se desinhiban.
Por otra parte, es interesante darle confianza a los alumnos para que sea éste un paso firme en su integración, que se sientan felices y cómodos y que, consecuentemente, experimenten una aceptación plena en su nuevo espacio vital.
ALGUNAS PROPUESTAS CONCRETAS
Hay que darle todo el valor que la libertad de expresión tiene, al considerarla como una actitud indispensable dentro del trabajo escolar, ya que permite a los alumnos ir estructurando las bases de su propia personalidad.
Este criterio sobre la libertad enunciada incluye el respeto a cada una de las individualidades que tenemos bajo nuestra responsabilidad y, como tal, apoya el ingreso a la escuela de los niños con características especiales, que, por ser poseedores de las mismas, han sido rechazados de otras instituciones.
El solo hecho de integrar a uno de los niños, o a algunos, en las aulas escolares, nos da a entender que, además de efectuar las actividades docentes con tendencias socializadoras, debemos encauzar nuestro esfuerzo en la atención individualizada para estar en condiciones de poder hacer sentir a los niños su verdadera valía como seres humanos.
Se deberán aprovechar las potencialidades de cada alumno y, como escuela activa, debemos tener siempre presente que los niños avanzan a su propio ritmo, que no podemos ni debemos limitar a nadie acerca del trabajo que puede realizar cada individuo en cuanto a sus capacidades personales..
Evitaremos, en todo lo posible, etiquetar a un alumno como “niño problema” ya que, si no lo hiciéramos así, estaríamos incurriendo en una actitud propia de ignorantes de los principios básicos de la educación, como lo es el tomar en cuenta las diferencias individuales que los caracterizan. Por tanto, debemos valorar y respetar sus necesidades, permitirles que se integren y que participen activamente en su formación. Con esto queremos afirmar, que los niños deben tener la oportunidad de indicarnos sus necesidades primordiales para que logren, paso a paso, conocer y aceptar conscientemente sus propias debilidades.

Nadie me conoce en absoluto
Cuando yo era nińo sonreía a todo el mundo, nadie me conoce en absoluto
Muy tarde en la noche y en la luz de la mańana, nadie me conoce en absoluto
Ahora tengo muchos amigos, sí, pero de nuevo, nadie me conoce en absoluto
Hijos y una esposa, es una vida hermosa, nadie me conoce en absoluto
Y oh, cuando las luces están bajas
Oh con alguien que no sabe
No me importa un carajo, yo soy feliz como una lombriz, nadie me conoce en absoluto
Ah, żqué puede hacer? No hay nadie como tú. Nadie me conoce en absoluto
Sé cómo te sientes, no hay secretos para revelar, nadie me conoce en absoluto
Muy tarde en la noche y en la luz de la mańana, nadie me conoce en absoluto
Nadie me conoce, nadie me conoce, nadie me conoce en absoluto

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