Los niños superdotados tienen un cociente (o coeficiente) intelectual superior a 130, aprenden con pasmosa facilidad, son capaces de hacer cosas impensables en niños de su edad y se aburren en la escuela.
Esta podría ser la definición simple de un niño superdotado, sin embargo, el hecho de serlo no implica tan solo una diferencia en la inteligencia sino muchas otras cosas.
Son niños diferentes a la mayoría con una personalidad singular que ven y viven la vida de manera distinta al resto. Sus relaciones con los adultos y los niños se ven afectadas por esto mismo y a menudo son niños mal aceptados por su diferencia.
Sentirse diferente y recibir mensajes del entorno que lo confirman crea inseguridad en estos niños que corren un riesgo especial de tener una baja autoestima y de acabar desarrollando problemas de comportamiento.
Es importante para estos niños que se lleve a cabo una valoración precoz para saber si tienen altas capacidades y de ser así ofrecerles estrategias y herramientas que les ayuden. De lo contrario tienen muchos números de acabar fracasando en la escuela.
La asociación ACREAST (Asociación Crevillentina de Ayuda al Superdotado y al Talentoso) lleva ocho años luchando para que los niños con mayores dotes intelectuales reciban una atención especializada en los colegios ordinarios, al igual que ocurre con los alumnos que tienen alguna discapacidad.
“Mi hija se aburre en clase. Tiene siete años y entró dividiendo a la escuela”, explicó Gema Escolano, secretaria de esta organización provincial y madre de María, una niña a quien “ahora le están enseñando a sumar y restar con dos cifras en su clase”.
Esta asociación de la Comunitat Valenciana denuncia, a través de su presidente José Llopis, que “en 2002 la Conselleria de Educación culminó un exhaustivo estudio que duró cuatro años sobre la realidad de los niños superdotados en la Comunitat, acerca de las actuaciones psicológicas que se habían de llevar a cabo, la formación del profesorado y las adaptaciones de los planes de estudio para dar salida a su elevada dotación mental” y que todo quedó en una declaración de intenciones ya que no se está ejecutando.
Esto hace que estos niños acudan a la escuela con muy poca ilusión ya que no reciben los estímulos necesarios y ello origina problemas de comportamiento y de integración con el sistema.
“El 80% de los niños superdotados fracasan en la escuela por falta de apoyos de la administración educativa. Es en las edades tempranas cuando hay que trabajar con ellos porque sino están perdidos y no se aprovecha su talento”, concretó el presidente de la asociación.
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